Dice Gabriel Orozco: Es un arte caminar y saber lo que sucede. Vemos lo que sucede, no las fotos. [...] Caminar y observar: la fotografía es sólo el registro de este arte, el arte de la presencia. Caminar, ver y presentarse. [...] El arte de estar ahí y percibir lo que sucede. El arte de descubrir. El arte de esperar que las cosas se revelen. De esperar que el tiempo se detenga.

Encontré esta cita en el libro de Luciano Concheiro Contra el Tiempo, un ensayo sobre el tiempo, su transcurrir, en particular a cómo afecta al instante, y el instante, a su vez, como un arte de vida. En un fragmento de este ensayo habla en particular de como esta búsqueda del instante como algo atemporal, infinito, aparece en diferentes formas de arte. Además de la fotografía habla de la autoexpresion literaria y dice así:

(...) un no-tiempo en el que todos los tiempos están contenidos. La poesía hace desaparecer el tiempo del reloj, vacío y homogéneo, y lo convierte en ritmo - en el ritmo primordial.

Habla también de la obra de John Cage, del tiempo-cero, citando a Christoph Wolff:

Hay tiempo cero cuando nó advertimos el paso del tiempo, cuando no lo medimos (...) Mientras están en funcionamiento, el tiempo cronológico y lineal queda en pausa.

Habla así pues del uso del tiempo, del espacio, ritmo y volumen para reflexionar, capturar el instante , darle presencia solida, o más bien sonora, ondulante. Porque el fragmento de un segundo, ese momento, parece una apertura al infinito, a la masa negra infinita más allá del límite de nuestras percepciones sensoriales.

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